Invierno empieza en verano; un verano chileno de calor intenso y actividad intensa para Alejo Cortés, que escribe sin parar la que será su segunda novela. Caída libre tiene fecha de lanzamiento dentro de seis meses, y el mundillo literario la espera con dosis parejas de expectativa y morbo. Un poco por la contención que puedan darle, pero sobre todo porque la novela trata sobre ellos. Alejo busca la compañía de sus amigos, una tribu urbana que se relaciona de diversas maneras con “la cultura” y aún más diversamente entre sí. Hasta que llega el invierno y aparece Caída libre, con la potencia y el efecto de una gigantesca bomba de hielo: todo se enfría, los vínculos se resquebrajan y, en suma, nada vuelve a ser como antes. Las casi cinco horas (divididas en tres capítulos) de la nueva película de Fuguet atraviesan con ejemplar precisión narrativa y una notable banda sonora rockera ese paisaje de corazones entumecidos en el que todos parecen estar buscando algo: amor, respeto, amistad, una voz propia, razones para lo inexplicable o, apenas, que todo siga más o menos bien.
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